Canción primaveral
I
Salen los niños alegres
de la escuela,
poniendo en el aire tibio
del abril, canciones tiernas.
¡Qué alegria tiene el hondo
silencio de la calleja!
Un silencio hecho pedazos
por risas de plata nueva.
II
Voy camino de la tarde
entre flores de la huerta
dejando sobre el camino
el agua de mi tristeza.
En el monte solitario
un cementerio de aldea
parece un campo sembrado
con granos de calaveras.
Y han crecido cipreses
como gigantes cabezas
que con orbitas vacías
y verdosas cabelleras
pensativos y dolientes
el horizonte contemplan.
¡Abril divino, que vienes
cargado de sol y esencias,
llena con nidos de oro
las floridas calaveras!
Federico García Lorca (março de 1919)
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